El rol sumiso en el BDSM

07.11.2016

Escrito por: Ovejita~

El BDSM es como un árbol: las raíces son los pilares de nuestras prácticas: sano y sensato, seguro y consensual; el tronco es la entrega y compromiso que se divide en dos: la dominación y la sumisión. Estas dos ramas después se dividen, y esa divisiones vuelven a dividirse una y otra vez representado las formas únicas y diferentes en las cuáles se puede vivir este estilo de vida. Los frutos, entonces, son las relaciones entre Amo y sumiso. Así como las personas son diferentes, también lo es cada sumiso y cada dominante; así como hay diferentes tipos de dominantes, también hay diferentes tipos de sumisos que portan diferentes características y diferentes formas de vivir el BDSM. Es muy común que la comunidad confunda a una sumisa con una esclava, y piense que a una pequeña se le pueda tratar de la misma forma que a una mascota o a una esclava. Eso se presta a desinformación y a una devaluación de los diferentes aspectos endémicos que conforman el organigrama enriquecido que conforman el BDSM.

Primero, partamos de lo básico definiendo qué es la sumisión. El rol de una persona sumisa es entregarse a otra persona por voluntad. Punto. No hay más. La sumisión es la entrega de la voluntad. Puedes ser una persona sumisa sin estar en una relación. Sin embargo, dentro del BDSM hay grados y formas de hacerlo. Dentro de la sumisión existen diferentes roles: sumisas, esclavas, mascotas, pequeñas, sissies y kajiras, por mencionar los más comunes, sin sin embargo, no quiere decir que éstas sean iguales una con la otra, y que se puedan tratar a todas las personas con tendencias sumisas por igual.

Sumiso versus esclavo
Una persona sumisa entrega su voluntad a su dominante por largos periodos de tiempo, sin embargo, los límites lo pone en su mayoría la persona sumisa y se reserva el derecho de tomar decisiones y tener sus propias opiniones. A pesar de entregar su voluntad a otra, el «balance de poder» está en un 50/50, sólo que con circunstancias diferentes y más intensas.

La persona esclava, por otra parte, entrega voluntariamente, jamás a la fuerza, el control completamente. Es rol de sumisión extremo, y la balanza del poder está inclinada en su gran mayoría a la persona dominante. Generalmente, los esclavos viven este rol 24/7 y son sus Amos los que suelen establecer los límites.

Muchas mujeres sumisas romantizan la idea de la sumisión. Poner fotos en blanco y negro con frases cursis que aluden a una esclavitud («Cuando el Amo habla, la sumisa calla», «La sumisa le debe obediencia completa a su Amo», «Ella no tiene derecho a oponerse», «Sumisa y Amo no son iguales», etcétera) y ellas mismas contribuyen a la desinformación que abunda en línea y en la cultura BDSM. Si bien es verdad que hay sumisas diferentes y roles híbridos entre sumisa y esclava porque cada relación D/s es diferente una de otra, no es ni justo ni correcto afirmar que ambas cosas son lo mismo, puesto que después se empiezan a borrar los límites que definen otros roles sumisos.

Pequeña versus esclavas
Las pequeñas son sumisas que sacan a flor de piel características infantiles en su personalidad o de plano regresan a una edad completamente neonata. Por ende, no se les puede hablar a las pequeñas como se es habla a las esclavas. No se le puede atraer a una niña con látigos y fustas, sino con peluches y libros de colorear. Una vez que la pequeña accede a tu dominación, puede que negocien el trato más rudo que comúnmente se usa en sumisas y esclavas, sin embargo, el trato hacia una pequeña generalmente es uno más gentil y paternal, mientras que a una esclava se le puede tratar como un objeto o un pedazo de carne, dependiendo del tipo de esclava que sea. El dominante de una pequeña puede establecer reglas, tal cual lo haría un padre con su hija, y la dinámica puede rivalizar aquella de una esclava con su Amo, pero no por eso se convierte en una esclava ni se le puede tratar como una.

Cabe aclarar que no por ser una persona sumisa, eres inferior ante un dominante. No por ser una persona sumisa renuncias a tu dignidad, a tus ideas, a tu amor propio, ni a tu voz. Tu voz es esencial para que una relación D/s funcione. No por ser una persona sumisa te conviertes en un tapate que cualquier dominante tenga el derecho de pisotear ni en una persona débil. Al contrario, una sumisa que sabe lo que quiere y lo expresa, una sumisa que se valora y conoce su lugar es igual de atractivo que un dominante que te respeta y te valora, y que no actúa prepotentemente al hablarte dentro o fuera de una dinámica o de la relación que tengas con él. Ambos se necesitan mutuamente. Ambos son las caras diferentes de una misma moneda.

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